Tal y como se anunció, la Hermandad celebró en días pasados el Solemne Triduo en honor a Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, tal y como prescriben nuestras Reglas. El culto se anunció nuevamente a través de la antigua convocatoria que ya tenía el Señor desde su origen.
Con la participación de un buen número de herman@s, arrancó el Triduo que estuvo presidido por el Iltmo. Sr. D. Antonio Murillo Torralbo, Párroco de Jesús Divino Obrero y Consiliario de la Hermandad. Ocupó el banco de oficiales nuestra Hermana Mayor acompañada de los miembros de la Junta de Gobierno. Las misas fueron preparadas por la Diputación de Evangelización y Pastoral.
El equipo de Priostía de la cofradía levantó un hermoso altar donde quedó entronizada la Sagrada imagen del Señor del Silencio. La imagen se presentó vestida con su túnica de terciopelo de Lyon color granate, cordón de oro y broche de orfebrería con su nombre. Estrenaba el Señor la restauración de las primitivas potencias, obra de Villarreal. El altar se compuso por un dosel con caídas bordadas en color carmesí y un equilibrado número de candeleros con cera y las magníficas jarras de orfebrería con flor variada. Las Eucaristías estuvieron acolitadas por diferentes hermanos de la cofradía.
El domingo día 24 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey del Universo, la Hermandad celebró Función Solemne presidida por nuestro Consiliario. Nos acompañó el Coro de Capilla de la Catedral de Córdoba que amenizó con distintas piezas la Eucaristía, aumentado la unción espiritual que tuvo el acto. La cofradía viene dedicando desde hace varios años este acto a los niños que sufren autismo, por lo que se hizo una petición muy especial.
Por la tarde, se dieron cita los hermanos para participar en el solemne e íntimo traslado del Señor del Silencio desde su altar de culto hasta su altar de besamanos. Dispuesta la imagen con sus varales, fue portada por hermanos de la Hermandad que con paso cadencioso fue recorriendo el interior del templo de Jesús Divino Obrero hasta llegar a la Capilla de los Titulares. En dicha capilla ya estaba instalado el hermoso altar que los priostes habían levantado en honor al Señor. Bajo dosel granate coronado por el moldurón del paso de la virgen de la Encarnación, se dispuso la peana de la Virgen que estrenaba unos brazos de forja artística donde se colocaron unos codales de cera tiniebla. Distintos elementos como ciriales, candeleros, columnas y colgaduras se distribuían equilibradamente y con mucho gusto por el espacio sagrado. La imponente reja de la Capilla se había vestido con unas colgaduras rojas y unas cornucopias antiguas que también eran de estreno. En este bello conjunto se entronizó la imagen del Señor del Silencio que, con sólo luz de cera, fue recibiendo los besos de Amor de fieles, hermanos y devotos.
A los pies de la Capilla se había dispuesto bellamente a la imagen de María Santísima de la Encarnación, quien cerca del Señor, también recibía las oraciones y súplicas de los devotos que quisieron asistir al acto.
LAUS DEO.
